miércoles, 11 de agosto de 2010

José Ortega y Gasset

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El objetivo de la Filosofía es encontrar el Ser Fundamental del mundo. Este "Ser Fundamental" es radicalmente distinto a cualquier ser contingente o intramundano; y también es diferente a "lo dado" (expresión con la que Ortega se refería a los contenidos de nuestra conciencia, "lo dado" en nuestra conciencia). Todo contenido de conciencia es, por definición, fragmentario, y no sirve para ofrecer el sentido del mundo y de la existencia. Este sentido sólo se encuentra en el "Ser Fundamental" o "El Todo". La Filosofía es el saber que se encarga de aproximarnos a esta cuestión.
La "Filosofía " en Ortega se encuentra unida a la palabra «circunstancia», que Ortega hace famosa en su expresión: «Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo». (Meditaciones del Quijote, 1914). Mantiene los principios esenciales de su perspectivismo en periodos posteriores de su pensamiento.
A partir de El tema de nuestro tiempo desarrolla el «raciovitalismo», teoría que funda el conocimiento en la
vida humana como la realidad radical, uno de cuyos componentes esenciales es la propia razón.
Para Ortega, la vida humana es la realidad radical, es decir, aquella en la que aparece y surge toda otra realidad, incluyendo cualquier sistema filosófico, real o posible. Para cada ser humano la
vida toma una forma concreta.
Denomina «
razón vital» a un nuevo tipo de razón —en rigor, el más antiguo y primario—, y «raciovitalismo» al modo de pensar que se apoya en su nuevo concepto de razón. La razón vital es una razón que se va realizando constantemente en la vida a la cual es inherente.
El perspectivismo
El
perspectivismo o «doctrina del punto de vista» es una doctrina filosófica que sostiene que toda percepción e ideación es subjetiva. El individuo mira desde un punto de vista concreto, en una dirección propia.
Para Ortega, la perspectiva es la forma que adopta la realidad para el individuo. Esto no le hace caer en el subjetivismo, pues para él cada sujeto tiene su propia forma de acceder a la realidad, su propia parte de verdad, que puede ser incluso contradictoria con la de los demás.
La verdad absoluta, omnímoda, puede ser la suma de las perspectivas individuales o de éstas más una parte fuera de la perspectiva (no vista), que, por eso mismo, son verdaderas parcialmente. Esta verdad absoluta residiría en lo que llamamos
Dios.
Razón vital
La
razón vital es la razón que plantea Ortega, en sustitución de la razón pura cartesiana de la tradición filosófica. Esta razón integra todas las exigencias de la vida, nos enseña la primacía de esta y sus categorías fundamentales. No prescinde de las peculiaridades de cada cultura o sujeto, sino que hace compatible la racionalidad con la vida.
La razón vital es el principio clave del
raciovitalismo.
Yo y mi circunstancia
Con la frase «Yo soy yo y mi circunstancia», Ortega insiste en lo que está en torno al hombre, todo lo que le rodea, no sólo lo inmediato, sino lo remoto; no sólo lo físico, sino lo histórico, lo espiritual. El hombre, según Ortega, es el problema de la vida, y entiende por vida algo concreto, incomparable, único: «la vida es lo individual»; es decir, yo en el mundo; y ese mundo no es propiamente una cosa o una suma de ellas, sino un escenario, porque la vida es tragedia o drama, algo que el hombre hace y le pasa con las cosas. Vivir es tratar con el mundo, dirigirse a él, actuar en él, ocuparse de él. En otros términos, la realidad circundante «forma la otra mitad de mi persona». Y la reimpresión de lo circundante es el destino radical y concreto de la persona humana.
El hombre es un ser que se encuentra inmerso, sumergido en una circunstancia (o naturaleza), la cual le presenta distintas concepciones de su estado físico y mental. Por tanto deja al hombre la misión de satisfacerlas. En el cumplimiento de tal tarea, agrega Ortega, es que el hombre crea la técnica, que, según este autor, podemos definir como «la reforma que el hombre impone a la naturaleza en vista de la satisfacción de sus necesidades». Ortega y Gasset definía al hombre como un «ser compuesto de realidades circunstanciales creadas por la opacidad en la forma de pensar y en el sedentarismo como fuente inspiradora de las culturas neopensantes incapaces de olvidar la tirantez que usurpa el conjunto de la sabiduría».

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